por Ivanón » Dom Sep 23, 2012 4:44 pm
Aprovechar este hilo para contar un pequeño análisis tras vivir una experiencia relacionada con esta vía y las circustancias que la rodean. No quiero incidir demasiado en el antes ni en el proceso, sino más bien en el después.
Vencimos un primer temor al querer escalar una vía con grado algo por encima de nuestras posibilidades. Lo que no superáramos con técnica libre ya lo intentaríamos sacar con otras argucias. Los indicios nos decía que una placa de más de seis metros en el primer largo quedaba algo expuesta por un desequipamiento. Y aún así lo intentamos.
La realidad no se hizo esperar en un corto espacio de ocho metros escalados y poco más de treinta minutos. Dos escaladores que no nos consideramos ni principiantes ni especialmente buenos. Dos almas que intentaron ir por donde dictaba la roca, que alguien previamente abrió, y con anterioridad quizás fuera probada y soñada. Y ninguno de esos dos tuvieron el valor de arriesgarse y la aceptación de la caida.
Toca la decisión, a los mismos ocho metros. Determinación que a priori golpea con fuerza para aceptar bajarse. Solo toca destrepar con todo el cuidado posible. Ya en el suelo una mezcla de fastidio e impotencia, ese sabor agrio que deja la derrota y que vocifera el interior del puro ego. Cruce de miradas entre los compañeros que fortalece el pensar que hemos hecho lo correcto.
Y el ego sigue hablando, con la misma rutina de siempre. Nos ponemos las mayores trabas intentando justificar nuestro fracaso. Incluso cosas que en frío resultan de una incómoda subjetividad grandilocuente.
Entramos en las conocidas fases del duelo. Primero la negación. "¡Si estuviera la chapa no sería tan expuesto!". Segundo, la molestia, la ira. "¿Por qué cojones las tienen que quitar? La madre que los parió". Tercera, la depresión "No estamos a la altura, vaya temporadita". Finalmente la aceptación: "Toca hacer quintos y ponernos al día".
Hoy, un día después de este suceso, vuelvo a meditar poco a poco lo que pasó. Achacaba mi fracaso especialmente al hecho del desequipamiento de esa vía. A unas circustancias por las que alguien le dio la vena de poner y quitar. Madurando este pensamiento vi que el único problema fuí yo mismo. No confié en la posibilidad de superar esa placa. No acepté la posibilidad de caerme y hacerme daño. No hice caso a mi experiencia y mi técnica para superar el grado precisado.
Un fracaso constructivo en toda regla, si señor. Me hace pensar que hay que trabajar en volver a ponerme en forma, a seguir experimentando. A volver a confiar en mis posibilidades físicas, técnicas y mentales. A ser objetivamente analítico en el proceso de escalar. Aceptar que en este juego te puedes caer, y que ese es el principal obstaculo a salvar. En total, a querer volver a enfrentarme a esa u otras vías en el que poner en práctica lo aprendido.
Y esto se hace más sencillo aún admitiendo esto como es. No se trata de forjarse solo por lo que llegas a conseguir. Es labrarse así mismo a base de éxitos y fracasos, y estos en el fondo son nada y todo al mismo tiempo. Y poco importa lo que digan de ti, de lo bueno, de lo paquete, de lo marronero, valiente o cobarde. Es cuestión de disfrutar de lo que haces, y ser auténtico.
Por lo demás, la vía tiene una pinta buenísima. Ahí está para todos los que quieran darle un buen tiento.
La caida pierde altura por momentos.